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Relación de las exequias que el excelentísimo señor don Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, virrey del Perú, celebró en honor de la muerte de la reina Nuestra Señora doña Margarita

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Relación de las exequias que el excelentísimo señor don Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, virrey del Perú, celebró en honor de la muerte de la reina Nuestra Señora doña Margarita
Relacion delas exequias q el ex.mo s.r D. Iuan de mendoça y luna Marques de Montesclaros, virrei del Piru hizo enla muerte dela Reina Nuestra S. Doña Margarita se publicó en Lima, Perú, en 1613. El libro relata los servicios fúnebres que organizó en Lima el virrey del Perú para conmemorar el primer aniversario del fallecimiento de Margarita de Austria (1584-1611), esposa del rey Felipe III y reina de España desde 1599 hasta su muerte. La primera imprenta de América del Sur fue establecida en Lima por Antonio Ricardo (circa 1540-1606), un italiano que había trabajado durante un tiempo como impresor con los jesuitas en la ciudad de México. Este libro forma parte de una colección de 39 primeras ediciones de la Biblioteca Nacional del Perú, producida en esta imprenta entre 1584 y 1619. La colección se inscribió en el registro de Memoria del Mundo de la UNESCO en 2013. Estos libros, que están en latín, español y varias lenguas amerindias, forman una parte importante del registro del encuentro entre dos mundos: la civilización amerindia de los incas y la cultura europea representada por los conquistadores españoles. Constituyen importantes fuentes para el estudio de la difusión de ideas en el Imperio español: por un lado, el proceso de evangelización y la difusión de la religión católica y, por otro, el debate sobre los pueblos nativos y su condición de seres humanos. Varios de los libros proporcionan una visión de la organización política, cultural y social de la vencida civilización inca, así como un registro de las lenguas quechua y aimara que hablaban los incas.

Libro sobre la conversión de la plata de toda ley, que se negocia entre treinta y ciento veintinueve marcos, con un glosario estándar en el margen y tres tablas al final.

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Libro sobre la conversión de la plata de toda ley, que se negocia entre treinta y ciento veintinueve marcos, con un glosario estándar en el margen y tres tablas al final.
Libro de plata redvzida se publicó en Lima, Perú, en 1607. Esta obra, elaborada por un contador de origen español llamado Francisco Juan Garreguilla, es un manual destinado a los comerciantes de plata: una herramienta de conversión que les permitía determinar el precio de una pieza de plata según su pureza y su peso. La primera imprenta de América del Sur fue establecida en Lima por Antonio Ricardo (circa 1540-1606), un italiano que había trabajado durante un tiempo como impresor con los jesuitas en la ciudad de México. Este libro forma parte de una colección de 39 primeras ediciones de la Biblioteca Nacional del Perú, producida en esta imprenta entre 1584 y 1619. La colección se inscribió en el registro de Memoria del Mundo de la UNESCO en 2013. Estos libros, que están en latín, español y varias lenguas amerindias, forman una parte importante del registro del encuentro entre dos mundos: la civilización amerindia de los incas y la cultura europea representada por los conquistadores españoles. Constituyen importantes fuentes para el estudio de la difusión de ideas en el Imperio español: por un lado, el proceso de evangelización y la difusión de la religión católica y, por otro, el debate sobre los pueblos nativos y su condición de seres humanos. Varios de los libros proporcionan una visión de la organización política, cultural y social de la vencida civilización inca, así como un registro de las lenguas quechua y aimara que hablaban los incas.

Vocabulario de la lengua aimara: primera y segunda parte

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Vocabulario de la lengua aimara: primera y segunda parte
Vocabvlario dela lengva aymara: Primera y segvnda partes se publicó en Lima, Perú, en 1612. El autor de este libro es Ludovico Bertonio (1555-1628), un misionero jesuita italiano que trabajó con los aimaras del sur del Perú y Bolivia, y que escribió varias obras importantes sobre su lengua. La primera imprenta de América del Sur fue establecida en Lima por Antonio Ricardo (circa 1540-1606), un italiano que había trabajado durante un tiempo como impresor con los jesuitas en la ciudad de México. Este libro forma parte de una colección de 39 primeras ediciones de la Biblioteca Nacional del Perú, producida en esta imprenta entre 1584 y 1619. La colección se inscribió en el registro de Memoria del Mundo de la UNESCO en 2013. Estos libros, que están en latín, español y varias lenguas amerindias, forman una parte importante del registro del encuentro entre dos mundos: la civilización amerindia de los incas y la cultura europea representada por los conquistadores españoles. Constituyen importantes fuentes para el estudio de la difusión de ideas en el Imperio español: por un lado, el proceso de evangelización y la difusión de la religión católica y, por otro, el debate sobre los pueblos nativos y su condición de seres humanos. Varios de los libros proporcionan una visión de la organización política, cultural y social de la vencida civilización inca, así como un registro de las lenguas quechua y aimara que hablaban los incas.

La música de George Balanchine

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La música de George Balanchine
Esta fotografía de la serie «El coreógrafo George Balanchine» fue tomada en 1972 por el fotógrafo Leonid Zhdanov (1927-2010). Cuando el Ballet de la Ciudad de Nueva York, bajo la dirección de George Balanchine (1904-1983), se encontraba en una gira en Moscú, la compañía visitó la Escuela Académica de Coreografía de Moscú del Teatro Bolshói (ahora conocida como Academia Estatal de Coreografía de Moscú). El Sr. B, como le decían, dictó una clase abierta con sus bailarines en el escenario del teatro escolar. Su nombre de nacimiento era Georgi Balanchivadze; provenía de San Petersburgo y era hijo del compositor georgiano Meliton Balanchivadze. Tras graduarse de la escuela de ballet, ingresó en la compañía de la Academia Nacional de Ópera y Ballet (ahora el Teatro Mariinski), en donde no tardó en coreografiar danzas. Balanchine fue testigo del éxito de Kasian Goleizovsky, el coreógrafo de Moscú que llegó a Petrogrado (más tarde, bautizada Leningrado y actual San Petersburgo) en 1922 en una gira con su compañía, Ballet de Cámara. Balanchine quedó cautivado por las ideas de Goleizovsky, que se convirtió en el fundador del nuevo movimiento de la danza moderna, y por los experimentos audaces del coreógrafo Fedor Lopukhov (también conocido como Fiodor Lopokov), quien creó el primer ballet sin argumento en la historia de esta forma artística, La magnificencia del Universo, con la música de Beethoven. La pieza se estrenó en Petrogrado en 1923. Balanchine tuvo un papel en ella cuando era un joven bailarín. En 1924, durante una gira por Europa, Balanchine recibió una invitación para unirse a los Ballets Rusos, bajo la dirección de Serguéi Diáguilev. Siguiendo el consejo de este, pasó a llamarse George Balanchine, nombre por el que se lo conoce como fundador del ballet estadounidense neoclásico y moderno. Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, la mayor parte de su carrera, a la fotografía profesional de ballet. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines, que no posan para las fotografías. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

Grigorovich bailando

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Grigorovich bailando
Esta fotografía, tomada en 1973 por Leonid Zhdanov (1927-2010), muestra al coreógrafo Yuri Grigorovich (nacido en 1927) durante un ensayo del balletLa leyenda de amor en el Teatro Bolshói de Moscú. Grigorovich no solo explicaba los movimientos, también los ejecutaba, mostrando a los bailarines el modo de representar sus partes. Nació en Leningrado (hoy en día, San Petersburgo), se graduó de la Escuela Coreográfica de Leningrado y se unió a la compañía de ballet del Teatro de Ópera y Ballet Estatal de Kírov (actual Teatro Mariinski). Tuvo papeles como bailarín solista y en las danzas cómica y grotesca. Comenzó a trabajar como coreógrafo en la década de 1950. Sus primeros ballets, La flor de piedra (1957), con música de Serguéi Prokófiev, y La leyenda de amor (1961), con música de Arif Melikov, resultaron muy exitosos. Entre 1964 y 1995, Grigorovich fue el director artístico del Teatro Bolshói. Su labor en esta compañía abarcó toda una era, a la que se ha bautizado «la edad de oro del ballet de Moscú». Sus mejores piezas se caracterizan por el drama, una refinada comprensión de la música, instrucciones escénicas precisas, imágenes brillantes y abundantes elementos técnicos en la danza. Los ballets de Grigorovich ayudaron a lanzar al estrellado a muchos talentos artísticos. Entre ellos, se destacan Irina Kolpakova, Alla Osipenko, Yuri Soloviev, Vladímir Vasíliev, Maris Liepa, Ekaterina Maximova, Natalia Bessmértnova, Yuri Vladimirov, Mikhail Lavrovsky, Nina Sorokina, Nina Timofeeva, Alexander Godunov, Mikhail Tsivin, Ludmila Semenyaka, Vladimir Derevyanko y Nikolai Tsiskaridze. Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, la mayor parte de su carrera, a la fotografía profesional de ballet. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines, que no posan para las fotografías. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

Nacimiento de una danza al «estilo Béjart»

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Nacimiento de una danza al «estilo Béjart»
Esta fotografía pertenece a la serie «El coreógrafo Maurice Béjart». Fue tomada en 1978 por Leonid Zhdanov (1927-2010), durante la puesta en escena en Moscú de Romeo y Julieta que ejecutó el Ballet del Siglo XX, la compañía de danza con sede en Bruselas. Con música de Berlioz, el ballet solo presentó dos funciones en el Palacio Estatal de Congresos del Kremlin. Ekaterina Maximova (1939-2009), bailarina del Teatro Bolshói, ejecutó el papel de Julieta por invitación del coreógrafo Maurice Béjart (1927-2007). Romeo fue interpretado una vez por Vladímir Vasíliev, bailarín principal del Bolshói, y una vez por Jorge Donn, primer bailarín del Ballet del Siglo XX. Aunque esto significó que los bailarines aprendieran la pieza para una sola actuación, el experimento creativo fue un éxito. Tiempo después, Maximova evocó: «El ballet comienza con un prólogo en el presente. Durante un ensayo, un grupo de bailarines, que está reunido en un salón, se embarca en una discusión que se transforma en una pelea. De repente, Béjart, el maestro de ballet, que se encontraba en el auditorio, aparece en el escenario. Un rápido ademán, un chasquido de los dedos, y todo el mundo está de nuevo en su lugar. Al mismo tiempo, de entre bambalinas, aparecen un muchacho y una muchacha, que, como no habían participado de la pelea, habían pasado desapercibidos. Tienen los mismos trajes que los demás, pero en blanco. Si bien son bailarines secundarios, el maestro de ballet los selecciona como Romeo y Julieta. Así, se transforma en creador. El público siente que, como por arte de magia, nace una idea y que el coreógrafo, como el demiurgo-creador, la transmite a los bailarines». El fotógrafo capturó el momento en que Béjart escoge a Julieta. Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, la mayor parte de su carrera, a la fotografía profesional. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines, que no posan para las fotografías. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

Maestro y discípulo. Alexei Yermolaev y Vladímir Vasíliev

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Maestro y discípulo. Alexei Yermolaev y Vladímir Vasíliev
El fotógrafo Leonid Zhdanov (1927-2010) tomó esta fotografía en 1971 en el Teatro Bolshói. Se observa, en la sala de ensayos, a dos leyendas del mundo del ballet: el maestro Alexei Yermolaev (1910-1975) y Vladímir Vasíliev (nacido en 1940), bailarín principal de la compañía Bolshói. En 1926, Yermolaev, graduado de la escuela de danza de Leningrado, se convirtió en primer bailarín de la Ópera y Ballet de Leningrado (actual Teatro Mariinski). Se atrevió a desafiar la supremacía de la bailarina en el mundo de la danza y logró que el papel del bailarín masculino se tornara más dramático y virtuoso. Fue, en esencia, el fundador de la danza masculina heroica. En 1930, Yermolaev fue trasladado a Moscú, donde se unió a la compañía de ballet del Teatro Bolshói, el más importante de la Unión Soviética. Entre sus mejores papeles, cabe mencionar el Océano en El caballito jorobado, el Pájaro Azul en La bella durmiente, Basilio en Don Quijote y Tibaldo en Romeo y Julieta. Se despidió temprano de los escenarios a causa de lesiones y pasó a ser maestro principal de ballet en el Teatro Bolshói. En la década de 1960, trabajaron con él estrellas del ballet de todo el mundo, así como los mejores bailarines del Bolshói, entre ellos, Mikhail Lavrovsky, Yuri Vladimirov, Maris Liepa, Boris Akimov, Alexander Godunov y Vyacheslav Gordeev. Vladímir Vasíliev fue el primer alumno de Yermolaev y su sucesor como bailarín. Continuó la tradición de su maestro como artista y llevó la danza masculina virtuosa a un nivel sin precedentes. Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, la mayor parte de su carrera, a la fotografía profesional. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines, que no posan para las fotografías. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

La «mazurca» de Ekaterina Maximova

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La «mazurca» de Ekaterina Maximova
Leonid Zhdanov (1927-2010) tomó esta fotografía en 1968. Muestra a Ekaterina Maximova (1939-2009), una bailarina del Teatro Bolshói, bailando la mazurca (del balletSkryabiniana), de Kasian Goleizovsky (1892-1970). La danza, coreografiada específicamente para Maximova, se interpretó por primera vez en 1960 en un programa de concierto. Maximova se graduó en 1958 de la Escuela de Ballet de Moscú del Teatro Bolshói (ahora, la Academia Estatal de Coreografía de Moscú), donde fue discípula de Elizaveta Gerdt. Fue admitida en el Teatro Bolshói. Un año más tarde, durante una gira por los Estados Unidos y Canadá, se convirtió en favorita del público y la prensa, que alababan el baile y la sonrisa encantadora de este «maravilloso duende», de esta «niña bailarina». Durante muchos años, Galina Ulánova fue la instructora de Maximova en el Bolshói. Trabajó con ella en los papeles de Giselle y Julieta, que, en algún momento de su carrera, fueron los mejores de su repertorio. La radiante Maximova también brilló en el papel cómico de Kitri en Don Quijote. Maximova y su compañero, Vladímir Vasíliev, fueron conocidos como el «dúo de oro del Teatro Bolshói». Muchos coreógrafos crearon danzas específicamente para ella. Yuri Grigorovich, Tom Schilling y Maurice Béjart tenían en alta estima su talento. Quedó claro el talento de Maximova en ballets producidos para la televisión, entre ellos, Galatea, El tango viejo, Chapliniana (bajo la dirección de Alexander Belinsky, con coreografía de Dmitry Bryantsev) y Aniuta (con puesta en escena y coreografía de Vladímir Vasíliev). Se desempeñó no solo como bailarina, sino como gran actriz dramática, capaz de interpretar todo tipo de papeles, tanto de comedia irónica como de alta tragedia. Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, la mayor parte de su carrera, a la fotografía profesional de ballet. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines, que no posan para las fotografías. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

El misterioso Kasian Goleizovsky

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El misterioso Kasian Goleizovsky
Esta fotografía pertenece a una serie sobre el coreógrafo Kasian Goleizovsky (1892-1970), tomada por Leonid Zhdanov (1927-2010), en la puesta en escena del balletLayla y Majnún, con música de Sergei Balasanyan. Muestra a Natalia Bessmértnova (1941-2008) y a Goleizovsky en la sala de ensayos del Teatro Bolshói. Bessmértnova se unió al Bolshói en 1961, donde se desempeñó como primera bailarina durante más de tres décadas. Goleizovsky se inspiró en las ideas innovadoras de dos destacados coreógrafos, Alexander Gorsky y Michel Fokine, y sus intereses iban más allá de la obra que realizó en el Bolshói. Creó coreografías para espectáculos de cabaret, de teatro dramático (con Stanislavski, Nemirovich-Danchenko, Meyerhold y Tairov) y de variedades, de circo y de cine. Su propia compañía de artistas, Ballet de Cámara, se convirtió en una plataforma para su experimentación creativa. Fue pionero en la danza moderna e influyó en toda una generación de coreógrafos noveles, entre ellos, Georgi Balanchivadze (el futuro George Balanchine). Goleizovsky rechazó una oferta de Serguéi Diáguilev de poner en escena Le pas d'acier, de Serguéi Prokófiev, para los Ballets Rusos de Montecarlo, con el argumento de que la música no era adecuada para bailar; sin embargo, creó piezas con música de jazz. Goleizovsky cayó en desgracia durante unos 30 años. Desterrado de los teatros estatales por ser un esteta decadente, ajeno a la ideología del arte soviético, no pudo trabajar como coreógrafo desde comienzos de la década de 1930 hasta finales de la década de 1950. Su único gran logro en este período se produjo en 1934, cuando puso en escena en el Bolshói las «Danzas polovtsianas», de la ópera de Borodin, El príncipe Igor. Numerosas fotografías de Zhdanov sobre Goleizovsky lo muestran creando danzas y dan una idea de sus métodos de trabajo con los bailarines. Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, la mayor parte de su carrera, a la fotografía profesional de ballet. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines, que no posan para las fotografías. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

«La muerte de la rosa», interpretada por Maya Plisétskaya y Alexander Godunov

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«La muerte de la rosa», interpretada por Maya Plisétskaya y Alexander Godunov
Esta imagen pertenece a la serie «Variaciones sobre el tema 'La muerte de la rosa'». Fue tomada por Leonid Zhdanov (1927-2010) en 1977 en el Teatro Bolshói de Moscú. Por primera vez, después de décadas de prohibición, la compañía de ballet más importante de la Unión Soviética invitó a un coreógrafo extranjero: el francés Roland Petit (1924-2011). El artista admiraba a Maya Plisétskaya (nacida en 1925), la primera bailarina del Teatro Bolshói, y llevó a los escenarios de Moscú un fragmento de su balletLa rosa enferma, con música de Mahler, para que ella lo interpretara. Petit convirtió el dúo de los héroes, Rosa y Juventud, en una obra independiente, La muerte de la rosa. El papel de Juventud fue ejecutado por el solista del Bolshói, Alexander Godunov (1949-1995). Se graduó de la Escuela de Ballet en Riga (Letonia), donde fue compañero de estudios de Mijaíl Baryshnikov. Godunov tenía un talento natural y una rara combinación de características idóneas para el ballet: era alto, fornido, practicaba salto de altura, tenía movimientos elegantes y habilidad artística. En 1967, fue invitado a unirse a la compañía moscovita Ballet Joven, dirigida por Ígor Moiséyev. En 1971 se convirtió en solista del Teatro Bolshói. Dos años después, recibió un premio y una medalla de oro en el tercer Concurso Internacional de Ballet de Moscú. Interpretó los papeles principales en ballets de repertorios tanto clásico como contemporáneo. En 1979, durante una gira del Teatro Bolshói por los Estados Unidos, solicitó asilo político. Entre 1980 y 1982, fue el solista del Teatro Estadounidense de Ballet, que abandonó poco después por discrepancias con el director de la compañía y su excompañero de clase, Mijaíl Baryshnikov. Continuó bailando en varias compañías estadounidenses, fue profesor y actuó en películas de Hollywood. Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, la mayor parte de su carrera, a la fotografía profesional de ballet. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

Baile según la geometría de Balanchine

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Baile según la geometría de Balanchine
Esta fotografía, de la colección «Estrellas del ballet Mariinski del siglo XXI», fue tomada en Moscú en 2008 por Leonid Zhdanov (1927-2010) durante una gira del Teatro Mariinski. Muestra a la bailarina Ulyana Lopatkina (nacida en 1973) y a su pareja, Danila Korsuntsev (nacido en 1974), ensayando el balletSinfonía en do mayor, de George Balanchine, con música de Georges Bizet. Balanchine (1904-1983), cuyo nombre real era Georgi Balanchivadze, comenzó su carrera en el Teatro Mariinski. De familia georgiana, fue un bailarín y coreógrafo ruso de renombre mundial. Sus ballets requieren no solo de una técnica refinada, sino también de la representación del espíritu y estilo especiales de Balanchine. La actitud un tanto distante, la geometría distintiva de la danza, las poses refinadas y la suave cadencia de los movimientos que pueden desatarse en una cascada de pasos virtuosos, esos son los principales rasgos característicos de los ballets en estilo neoclásico de Balanchine. Ulyana Lopatkina, primera bailarina del Teatro Mariinski, es una de las mejores intérpretes contemporáneas de sus ballets. Korsuntsev nació en Taskent, Uzbekistán, y se unió al Mariinski en 1998. Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, la mayor parte de su carrera, a la fotografía profesional de ballet. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines, que no posan para las fotografías. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

El papel principal de Maris Liepa

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El papel principal de Maris Liepa
Leonid Zhdanov (1927-2010) tomó esta fotografía en 1971 durante la presentación del balletEspartaco en el Teatro Bolshói. Maris Liepa (1936-1989) interpretó el papel de Craso. La carrera de Liepa como bailarín profesional comenzó en su natal Riga, Letonia, aunque completó sus estudios en la Escuela de Ballet de Moscú del Teatro Bolshói (actual Academia Estatal de Coreografía de Moscú) en 1955. Trabajó en el Teatro de Ópera y Ballet de Riga y en el Teatro Musical Académico Stanislavski y Némirovich-Danchenko de Moscú. En 1960 se convirtió en solista del Teatro Bolshói. Liepa tuvo papeles principales en muchos ballets clásicos y modernos, pero es más conocido por Espartaco. Originalmente, había interpretado el papel protagónico en el ballet con coreografía de Leonid Yakobson. En 1964, Yuri Grigorovich se convirtió en el director artístico del Teatro Bolshói. Una nueva versión de Espartaco (1968) fue el primer gran estreno de Grigorovich en Moscú. Liepa era uno de los bailarines asignados para el papel de Espartaco. Sin embargo, Grigorovich pronto cambió de opinión y le pidió que bailara el papel del principal antihéroe, el general romano Craso. Este cambio determinó en gran medida el éxito del espectáculo. El papel de Craso, arrogante, vanidoso y ávido de poder y placer, se convirtió en el pináculo de la carrera creativa de Liepa. La influencia de su maestro, Alexei Yermolaev, fue evidente en el estilo de la danza de Liepa y en la profundidad de su interpretación. Después de Liepa, muchos otros bailarines del Bolshói han representado el papel de Craso, pero ninguno ha logrado superar el nivel de su actuación. Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, la mayor parte de su carrera, a la fotografía profesional de ballet. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines, que no posan para las fotografías. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

Como un disparo con arco. Nina Sorokina y Yuri Vladimirov bailando

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Como un disparo con arco. Nina Sorokina y Yuri Vladimirov bailando
Leonid Zhdanov (1927-2010) tomó esta fotografía en 1965 en el Teatro Bolshói, durante una presentación de La consagración de la primavera, a cargo de los bailarines solistas del teatro, Nina Sorokina (1942-2011) y Yuri Vladimirov (nacido en 1942). Este ballet, con coreografía de Natalia Kasatkina y Vladímir Vasíliev, y música de Ígor Stravinski, fue representado por primera vez en la Unión Soviética en las funciones del Teatro Bolshói de ese año. Sorokina y Vladimirov, los representantes más notables de la escuela de danza de Moscú durante las décadas de 1960 y 1970, bailaron los papeles principales. Ensayaron en el teatro con Marina Semiónova y Alexei Yermolaev (ambos exbailarines e importantes maestros). Su dueto en La consagración de la primavera se destacó por su expresividad, atletismo y virtuosismo. En 1969 recibieron un premio y una medalla de oro en el primer Concurso Internacional de Ballet de Moscú. Los críticos juzgaron que los bailarines se complementaban perfectamente. Su repertorio incluyó papeles principales en ballets clásicos y contemporáneos, tales como Don Quijote, El cascanueces, Espartaco, Los geólogos e Iván el Terrible. Sin embargo, los contemporáneos generalmente consideran que su actuación suprema se logra en el pas de deux de Diana y Acteón del balletEsmeralda (con coreografía de Agrippina Vagánova). Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, la mayor parte de su carrera, a la fotografía profesional de ballet. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines, que no posan para las fotografías. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

Mijaíl Baryshnikov en el papel de Vestris

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Mijaíl Baryshnikov en el papel de Vestris
Esta fotografía de la serie «Baryshnikov diverso» fue tomada por Leonid Zhdanov (1927-2010) en 1969, durante el primer Concurso Internacional de Ballet de Moscú. El ballet en miniatura Vestris, del coreógrafo Leonid Yakobson (1904-1975), se convirtió en una de las sorpresas más interesantes de la competencia. Baryshnikov (nacido en 1948) fue capaz de representar la historia de vida del bailarín más famoso del siglo XVIII. Auguste Vestris, fanfarrón y maquinador, se autodenominaba el Rey de la Danza y solía decir: «Hoy en día, Europa conoce tres grandes hombres: ¡Federico el Grande, Napoleón y yo!». Baryshnikov, quien demostró una excelente formación clásica, presencia en el escenario, virtuosismo y habilidad artística, se convirtió en la estrella favorita del ballet soviético a los 21 años. Nació en Riga, Letonia, donde se formó junto con Alexander Godunov. Más tarde se trasladó a Leningrado (actual San Petersburgo) y se graduó de la Escuela Coreográfica de Leningrado en la clase del excepcional maestro Alexander Pushkin. De 1967 a 1974, fue solista en el Teatro de Ópera y Ballet Estatal de Kírov (actual Teatro Mariinski). Entre sus mejores papeles, cabe mencionar a Basilio en Don Quijote, Albrecht en Giselle, Hamlet en la pieza homónima y Adán en La creación del mundo. En 1974, de gira en Canadá, desertó de su país y se mudó a los Estados Unidos. Su personalidad y obra tuvieron una gran influencia en el desarrollo y la popularización del ballet estadounidense. Entre 1974 y 1978, fue solista en el Teatro Estadounidense de Ballet y desde 1980 hasta 1989, su director artístico. Entre 1977 y 1979, fue primer bailarín en la compañía de George Balanchine, el Ballet de la Ciudad de Nueva York. Es reconocido como bailarín modelo tanto de ballet clásico como de neoclásico. Baryshnikov también mostró interés por la danza moderna y posmoderna, dio brillantes actuaciones en Broadway y protagonizó películas de Hollywood. Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, la mayor parte de su carrera, a la fotografía profesional de ballet. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines, que no posan para las fotografías. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

La incomparable Marina Semiónova

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La incomparable Marina Semiónova
Leonid Zhdanov (1927-2010) tomó esta fotografía en 1958, durante una lección que dictaba Marina Semiónova (1908-2010) en el Teatro Bolshói de Moscú. Semiónova nació en San Petersburgo y se graduó de la Escuela Coreográfica de Leningrado, en la clase de Agrippina Vagánova (1879-1951). Su talento se manifestó a temprana edad. Saltó a fama a los 13 años con su participación en la producción escolar de La flauta mágica. En 1925 fue admitida en el Teatro de Ópera y Ballet de Leningrado (así nombrado antes de 1919 y, después de 1991, conocido como el Teatro Mariinski). A pesar del sistema de antigüedad, comenzó como solista en vez de entrar en el cuerpo de baile. En 1926 interpretó el papel de Nikiya en La bayadera. El programa del teatro atribuía la coreografía a Marius Petipa, pero Vagánova recreó las danzas para Nikiya, intensificando sus acentos trágicos y haciendo hincapié en el virtuosismo de su alumna. El nombre de Semiónova se asocia a un nuevo estilo de ballet en el siglo XX. Inyectó un sentido de vitalidad y energía en la danza clásica. Con el tiempo, desarrolló un aire particularmente suntuoso, destacado por la belleza y la armonía de sus poses y la elegante cadencia de sus movimientos. Semiónova se unió al Teatro Bolshói en 1930. En 1935-1936 se presentó en París, por invitación del bailarín y coreógrafo ruso Serge Lifar, que dirigía el Ballet de la Ópera de París. Después de retirarse de los escenarios en 1952, se convirtió en maestra principal en el Teatro Bolshói. Entre sus alumnos estuvieron Maya Plisétskaya, Natalia Bessmértnova, Nina Sorokina, Ludmila Semenyaka, Nadezhda Pavlova, Galina Stepanenko y Nikolai Tsiskaridze. Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, la mayor parte de su carrera, a la fotografía profesional de ballet. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines, que no posan para las fotografías. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

Giselle. Natalia Bessmértnova

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Giselle. Natalia Bessmértnova
Esta fotografía fue tomada por Leonid Zhdanov (1927-2010) en 1975, durante la filmación del balletGiselle, dirigida por Vladimir Grave. El papel protagonista fue interpretado por Natalia Bessmértnova (1941-2008). Se graduó de la Escuela Académica de Coreografía de Moscú del Teatro Bolshói (ahora conocida como la Academia Estatal de Coreografía de Moscú) en 1961 y fue admitida en el Teatro Bolshói. Hizo su debut en el balletLas sílfides, con coreografía de Fokine. Un año más tarde, su Giselle llegó como una revelación artística para sus contemporáneos. Bessmértnova introdujo una estética totalmente nueva en el ballet soviético: un estilo «etéreo» de danza que evocaba la primera mitad del siglo XIX. La ligereza de su danza, como de ninfa, la figura longilínea de los brazos, la expresividad de las muñecas, y la altitud y levedad silenciosa de sus saltos sumían a los espectadores en un mundo de ilusión, lleno de tragedia, pesar y belleza. Nadie practicaba ese estilo de danza en el Bolshói, donde, por entonces, el escenario estaba dominado por un tipo de bailarina más terrenal. Bessmértnova ponía gran énfasis en su danza, sobre todo en el segundo acto de Giselle, o «acto blanco». Su Giselle, esbelta y delicada, volaba por los aires y se fundía con los primeros rayos del amanecer. Bessmértnova fue primera bailarina del Teatro Bolshói hasta 1988. Se presentó en gran variedad de ballets, pero Giselle siguió siendo el mejor de sus papeles. Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, a lo largo de su carrera, a la fotografía profesional de ballet. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines, que no posan para las fotografías. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

Primero entre sus pares. Vladímir Vasíliev

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Primero entre sus pares. Vladímir Vasíliev
Leonid Zhdanov (1927-2010) tomó esta fotografía de Vladímir Vasíliev (nacido en 1940) en el papel de Majnún en 1968, en el Teatro Bolshói, durante los ensayos del balletLayla y Majnún, con coreografía de Kasian Goleizovsky (1889-1950). Vasíliev nació en Moscú y se graduó de la Escuela de Ballet de Moscú del Teatro Bolshói (ahora conocida como la Academia Estatal de Coreografía de Moscú) en 1958, donde fue discípulo de Michael Gabovich. En el Bolshói, su primer papel importante fue el de Baco en Noche de Walpurgis. A este papel le siguieron el de Danila en La flor de piedra e Iván en El caballito jorobado, basado en los cuentos de hadas rusos. Al momento del estreno de Layla y Majnún en el Bolshói, Vasíliev era uno de los bailarines más admirados de la compañía, a pesar de tener solo 24 años. Una vez le preguntaron a Goleizovsky su opinión sobre Vasíliev, a lo que respondió: «Vi a Tikhomirov, maestro de todos nuestros grandes bailarines. Vi al maravilloso Sergei Legat. Vi a Mordkin, una persona excepcionalmente hermosa, bien constituido y con un temperamento salvaje. Vi a Nijinsky; conocía su técnica: era conmovedora. Pero nunca he visto a nadie como Vladímir Vasíliev...». Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, la mayor parte de su carrera, a la fotografía profesional de ballet. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines, que no posan para las fotografías. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

Libélula. Olga Lepeshinskaya

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Libélula. Olga Lepeshinskaya
Leonid Zhdanov (1927-2010) tomó esta fotografía de Olga Lepeshinskaya (1916-2008) en 1959. Lepeshinskaya, una estrella del Teatro Bolshói, Moscú, desde la década de 1930 hasta la década de 1950, se graduó de la Escuela de Ballet de Moscú del Teatro Bolshói (ahora conocida como Academia Estatal de Coreografía de Moscú) en 1933. Inmediatamente se convirtió en solista e interpretó papeles líricos en El cascanueces, Coppélia, La bella durmiente y La amapola roja. En 1940 bailó con éxito el papel de Kitri en Don Quijote, que se convirtió en su papel distintivo. Lepeshinskaya, pequeña y fornida, no tenía la contextura ideal para el ballet clásico. Sin embargo, su naturaleza exultante, llena de optimismo y energía interna, deleitaba a la audiencia. Era una bailarina innata. La fuerza del torso y su excelente técnica le permitían ejecutar los movimientos más complejos. Era capaz de completar 64 fouettés en un solo lugar. Lepeshinskaya y su arte fueron el símbolo de esa época. Era una de las artistas favoritas del dictador soviético José Stalin, que con frecuencia iba a verla actuar y a quien llamaba «libélula» por su vivacidad. Incluso la aconsejaba; por ejemplo, le sugirió que en Don Quijote reemplazara el tutú con un vestido. Durante la Segunda Guerra Mundial, Lepeshinskaya formó parte de los grupos de artistas que actuaban para los soldados del Ejército Rojo en el frente y en los hospitales. Tras retirarse de los escenarios en 1963, trabajó durante muchos años como maestra en Italia, Alemania, Francia, Suecia y Japón. Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, la mayor parte de su carrera, a la fotografía profesional de ballet. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines, que no posan para las fotografías. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

La diosa de la danza. Galina Ulánova

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La diosa de la danza. Galina Ulánova
Leonid Zhdanov (1927-2010) tomó esta fotografía de Galina Ulánova (1910-1998) en el balletLas sílfides en el Teatro Bolshói de Moscú en 1961. Ulánova nació en San Petersburgo. En 1928 se graduó de la clase de Agrippina Vagánova (1879-1951) en la Escuela Coreográfica de Leningrado. Ulánova transmitía un magnetismo extraordinario. Renunciando al virtuosismo de moda, su baile se caracterizó por matices y semitonos. No solo era una magnífica bailarina, sino también una gran actriz trágica, tal vez la más significativa en la historia del ballet. Su carrera en la danza comenzó en 1928 en el Teatro de Ópera y Ballet de Leningrado (así nombrado antes de 1919 y, después de 1991, conocido como el Teatro Mariinski). Un año más tarde, hizo su debut como Odette-Odile en El lago de los cisnes. También se destacó en El cascanueces, Giselle, La fuente de Bakhchisarai y Las sílfides. Su actuación como protagonista en Romeo y Julieta, con coreografía de Leonid Lavrovsky, fue triunfal. De 1944 a 1960, Ulánova fue bailarina del Teatro Bolshói. Tanto en Moscú como en Leningrado, el público iba a las representaciones específicamente para verla bailar. Entre sus admiradores había conocidos escritores, directores, compositores y artistas. En 1956, el Teatro Bolshói emprendió una legendaria gira por Londres cuyo núcleo eran las actuaciones de Ulánova. Su nombre se convirtió en un nuevo símbolo en el mundo del ballet. Fue la única bailarina a quien le dedicaron monumentos en vida, tanto en San Petersburgo como en Estocolmo. Zhdanov fue bailarín en el Bolshói y luego profesor de coreografía durante 50 años; además, se dedicó, la mayor parte de su carrera, a la fotografía profesional de ballet. Sus obras expresan espontaneidad y capturan los movimientos, los estados de ánimo y las emociones de los bailarines, que no posan para las fotografías. La Fundación Benéfica «Nuevo Nacimiento del Arte» de Moscú conserva esta imagen y el resto del Archivo Zhdanov.

Boceto del lago Mälar y sus alrededores

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Boceto del lago Mälar y sus alrededores
Este mapa grabado del lago Mälar es la única copia existente de uno de los primeros mapas impresos en Suecia. Andreas Bureus lo diseñó en 1614. Se lo considera un precursor de su mapa de los países nórdicos de 1626. Tiene una dedicatoria en latín para Jacob van Dijk, mecenas de Bureus: «Lego este pequeño mapa en lugar de un mapa mundial; más adelante, le proporcionaré un grabado de todo el extremo norte del mundo, adiós». No se supo de la existencia del mapa hasta 1958, cuando un coleccionista de libros sueco lo encontró intercalado en un atlas holandés del siglo XVII. La Biblioteca Nacional de Suecia compró el mapa en 1976. El lago Mälar se encuentra en el sudeste de Suecia, al oeste de Estocolmo. Abarca aproximadamente 1140 kilómetros cuadrados, se extiende unos 120 kilómetros a través de Suecia y cuenta con más de 1200 islas. Se conoce a Bureus (1571-1646) como el padre de la cartografía sueca. Inició su carrera en la Real Cancillería en 1602, y se le confiaron varias misiones importantes mientras estuvo al servicio del Estado. En 1628, se le asignó la tarea de fundar lo que se convertiría en el Servicio de Levantamiento Topográfico Sueco. En 1624 se lo nombró miembro de la nobleza sueca, bajo el nombre de Anders Bure.
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