
Entre el siglo XVI y el siglo XVIII, exploradores, geógrafos y el Gobierno real de Francia continuaron la búsqueda de un pasaje que permitiera la fácil comunicación entre el Atlántico y el Pacífico, y un mejor acceso a los tesoros de las Indias Orientales. A mediados del siglo XVII, surgió un rumor entre los nativos acerca de la existencia de un mar especial al norte de California. Rápidamente, los geógrafos se apoderaron de la idea de este hipotético mar occidental y le dieron una vida cartográfica. La familia Delisle estaba en el centro de esta ilusión geográfica. Denis de Rotis, un piloto vasco de San Juan de Luz, estaba convencido de la existencia de un paso del Noroeste. Según esta carta portulana de 1674, el paso se encontraba al norte del río San Lorenzo y era paralelo a él. Trazado con fines de navegación, el mapa usa la red tradicional de líneas loxodrómicas que corresponden a las 32 direcciones de la brújula. Muestra la costa atlántica del noreste de los Estados Unidos, desde Virginia hasta España, y la costa de Canadá hasta el norte de Labrador. La inscripción en la esquina inferior izquierda dice: Faict à Sainct Jean de Luz par Moy Denis de Rotis 1674 (Trazado en San Juan de Luz por mí, Denis de Rotis, 1674). Los navegantes vascos fueron responsables de muchos de los primeros mapas del Atlántico Norte. Además de los portugueses, estuvieron entre los primeros en llegar a las zonas de pesca de la costa de Terranova. Alrededor de 1525, comenzaron la caza de ballenas y la pesca de bacalao en estas aguas. Para hacerlo, navegaban con rumbo a América del Norte en la primavera y regresaban a los puertos de origen, en el golfo de Vizcaya, en diciembre o enero, cuando la navegación en las aguas heladas del Atlántico Norte se veía imposibilitada.