
Este grabado, que muestra un combate de caballería, pertenece a la colección de carteles lubok de la Primera Guerra Mundial, que se conserva en la Biblioteca Británica. El epígrafe dice: «Una patrulla de seis cosacos cruzó la frontera de Prusia y se tropezó inesperadamente con la caballería enemiga, que constaba de 30 jinetes. Dos de nuestros cosacos partieron a informar a sus superiores y los demás, Ostakhov, Shchegolkov, Ivankov y Kuzma Kryuchkov, montaron sus caballos y se lanzaron sobre los alemanes profiriendo estruendosos gritos de guerra. Los prusianos, confundidos, gritaron: ‘Kashlany, kashla’, la forma en que los alemanes llaman a los cosacos rusos. Los 30 jinetes huyeron aterrorizados. Kuzma Kryuchkov, que iba a la cabeza y mucho más adelante que sus compañeros, montado en su brioso caballo, se topó con una unidad enemiga más adelante. Apuñaló a los alemanes con una lanza, les propinó cuchilladas y su caballo los pisoteó. El valiente cosaco Kuzma Kryuchkov mató a 11 enemigos él solo; cuando llegaron a la escena, sus compatriotas se encargaron del resto. Kuzma recibió 13 heridas leves, pero se recuperó y volvió a la guerra rápidamente. Kryuchkov fue el primer soldado en recibir la condecoración de la Orden de San Jorge en esta guerra». Lubok es una palabra rusa utilizada para designar obras populares creadas a partir de xilografías, grabados, aguafuertes y, más tarde, litografías. Los grabados, en general, consistían en imágenes sencillas y coloridas que graficaban una narrativa, aunque también podían incluir texto. Las pinturas Lubok comenzaron a ganar popularidad en Rusia a finales del siglo XVII. Los grabados, que a menudo describían un acontecimiento histórico o representaban una pieza literaria o religiosa, se utilizaban para poner ese tipo de relatos al alcance de los analfabetos. El tono de estos expresivos grabados podía variar considerablemente: desde el humorístico hasta el instructivo, pasando por perspicaces comentarios políticos y sociales. Las imágenes eran claras y fáciles de entender; las publicadas en serie fueron las predecesoras de la historieta moderna. La reproducción de los grabados era económica, por lo que se convirtieron en una forma de que las masas exhibieran arte en sus hogares. Inicialmente, las clases altas no tomaban en serio este estilo artístico, pero, hacia finales del siglo XIX, el Lubok gozaba de tal reconocimiento que inspiró a artistas profesionales. Durante la Primera Guerra Mundial, las pinturas Lubok informaban a los rusos acerca de los sucesos en el frente, reforzaban la moral y servían como propaganda contra los enemigos.