
Este grabado, que muestra a tropas rusas luchando contra los austríacos, pertenece a la colección de carteles lubok de la Primera Guerra Mundial, que se conserva en la Biblioteca Británica. El epígrafe explica: «Avvakum Volkov, suboficial voluntario, un caballero distinguido con todos los honores otorgados por la Orden de San Jorge, fue llevado a uno de los hospitales militares de Moscú. Por su excepcional valentía, se le concedió una promoción y una recompensa de 500 rublos. Volkov ganó sus dos últimos honores en batallas contra los austríacos. Acompañado de siete soldados, Volkov llevó a cabo una misión de reconocimiento, durante la que se tropezó con los dragones austríacos, nueve hombres de caballería, un oficial y un abanderado. Volkov y su grupo atacaron a los austríacos. Volkov decapitó al oficial, luchó con tres dragones y el abanderado, y, con la enseña capturada, regresó con sus compañeros. En el camino, se toparon con una segunda patrulla austríaca, con quienes también se trabaron en desesperado combate, que terminó con la huida del enemigo. Volkov resultó herido por una bala en el estómago. En la guerra ruso-japonesa, Volkov se destacó especialmente en la batalla de Mukden, donde demostró ser un explorador gallardo, valiente y sagaz, por lo que fue distinguido con todos los galardones de la Orden de San Jorge. En esta guerra, el héroe resultó varias veces herido, y una de las heridas todavía no se ha curado». Lubok es una palabra rusa utilizada para designar obras populares creadas a partir de xilografías, grabados, aguafuertes y, más tarde, litografías. Los grabados, en general, consistían en imágenes sencillas y coloridas que graficaban una narrativa, aunque también podían incluir texto. Las pinturas lubok comenzaron a ganar popularidad en Rusia a finales del siglo XVII. Los grabados, que a menudo describían un acontecimiento histórico o representaban una pieza literaria o religiosa, se utilizaban para poner ese tipo de relatos al alcance de los analfabetos. El tono de estos expresivos grabados podía variar considerablemente: desde el humorístico hasta el instructivo, pasando por perspicaces comentarios políticos y sociales. Las imágenes eran claras y fáciles de entender; las publicadas en serie fueron las predecesoras de la historieta moderna. La reproducción de los grabados era económica, por lo que se convirtieron en una forma de que las masas exhibieran arte en sus hogares. Inicialmente, las clases altas no tomaban en serio este estilo artístico, pero, hacia finales del siglo XIX, el lubok gozaba de tal reconocimiento que inspiró a artistas profesionales. Durante la Primera Guerra Mundial, las pinturas lubok informaban a los rusos acerca de los sucesos en el frente, reforzaban la moral y servían como propaganda contra los enemigos.