
Este grabado, que muestra a las tropas alemanas enfrentándose a una inesperada inundación en Bélgica, pertenece a la colección de carteles lubok de la Primera Guerra Mundial, que se conserva en la Biblioteca Británica. El epígrafe explica: «Una hazaña heroica de la pequeña Bélgica produjo admiración en todo el mundo. Los belgas, muy cultos e indignados por los ataques barbáricos de Alemania, decidieron tomar medidas extremas para salvar al país. Todo el norte de Bélgica se encuentra en tierras bajas; algunas, incluso, por debajo del nivel del mar. Lo único que resguarda a esa zona son las dunas que la rodean; en ciertos lugares, se intercalan presas con esclusas y médanos. Las presas, construidas a lo largo de siglos, no son muy altas (solo tienen entre cinco y ocho sazhens), pero son tan amplias que se construyeron caminos por encima y, en algunos casos, las atraviesan senderos arbolados. En los lugares en donde las olas alcanzaban mayor altura, las presas fueron reforzadas con roca granítica. Cuando la marea sube, el nivel del agua en la costa llega hasta cuatro metros y, si se abre una esclusa, causa una inundación que afecta una gran área de tierras bajas. Una inundación implica costos altos. Además de los daños que causaría la inundación en sí, la tierra absorbería la sal del mar y se tornaría árida durante muchos años. La minería y la industria manufacturera son los principales tipos de producción en Bélgica, pero se desarrollan principalmente en el sur. En el norte, predomina la agricultura, y los campesinos recolectan ricas cosechas de trigo, lino y remolacha. Todo esto va a desaparecer durante algunos años. Los ingenieros belgas abrieron las esclusas y dejaron que se inundara una gran superficie, de alrededor de 200 verstas cuadradas. Las esclusas regulan el flujo de agua de las presas; el sistema ya se empleaba en Egipto y China en la Antigüedad. Cuando se abre una esclusa que controla ese flujo, el agua se precipita hacia la zona designada. Cuando se abrieron las esclusas, los alemanes sufrieron una gran pérdida: el valle entero se convirtió en un pantano, lo que dificultó no solo el avance de la artillería, sino también el de la infantería. Por lo tanto, los dos cuerpos del ejército alemán fueron incapaces de derrotar al heroico ejército belga, y ninguna de las baterías enemigas consiguió salir del suelo fangoso y pantanoso. Mientras el pueblo esté vivo, el resto tiene solución. La energía creativa solo se pierde cuando la nación misma está perdida. Creemos que la historia va a colocar a esta pequeña nación heroica en un pedestal de honor, y va a permitir que las generaciones venideras sepan de su coraje y del amor por su país».